Por: Danny Sifuentes | @HopelessDanny
Hace una década The Libertines fueron grandes a escala mundial. Lanzaron dos álbumes bastante aclamados (ambos producidos por Mick Jones de The Clash) antes de ser los protagonistas en los tabloides por sus seguidas confrontaciones con las drogas. Las canciones quedaron en el olvido y las historias con la cocaína, el crack y demás, se mantuvieron mientras el cuarteto se quemó.
Once años después, tomaron el riesgo de destruir su legado al hacer algo completamente diferente y regresaron con su nuevo y necesario álbum, Anthems For Doomed Youth, esta vez producido por Jake Gosling y grabado en los estudios Karma Sounds.
Mientras que sus dos primeros álbumes están llenos de historias de drogas y del sucio Londres, ahora demuestran que están apartados de ese mundo y vuelven con un sonido más limpio y tranquilo de lo que solían hacer, además de hablar de las cicatrices mentales de su presente y pasado.
Superficialmente parece que The Libertines está en un lugar mejor, pero todavía se encuentran en la línea del dolor que hubo y del placer de haber conseguido atravesarlo.
Barbarians, Gunga Din y Heart of the Matter nos dejan más que satisfechos ya que son el ejemplo de la perfecta combinación que lograron de su nuevo y profesional sonido, y del que anteriormente nos enamoró. Las melodías son limpias, contagiosas y llevan impreso todo el estilo del cuarteto británico.
En Fame And Fortune escuchamos la música que formaría parte de un tradicional circo ruso con un ritmo vivaz y bastante agradable y Anthem for Doomed Youth suena como alguna canción de soundtrack de película que sería elegida como la que representa el argumento principal por lo que quizá el álbum lleva su nombre.
La nueva versión de You’re My Waterloo es mucho mejor y a través de una mezcla de cuerdas, piano y las tantas repeticiones del título, ésta exquisita combinación la hace una de las mejores y más bellas del disco.
El álbum está también lleno de letras sinceras como en Belly Of The Beast que entre guitarras y sintetizadores alegres escuchamos "Back in London's grey scotch mist, staring up at my therapist. He says 'pound for pound, blow for blow. You're the most messed up motherfucker I know".
En la acústica Iceman nos advierten sobre lo inútil que es salir con los distribuidores de metanfetaminas con las repetitivas letras "Don't spend your days in the haze with the iceman. It means nothing at all".
En The Milkman’s Horse, Fury of Chonburi y Glasgow Coma Scale Blues escuchamos muy marcado el nuevo sonido del cuarteto sobre las baterías y sinuosas guitarras.
Y Dead for Love le da un buen final al álbum con su tenebrosa melodía en el piano que se mantiene durante toda la canción. Suena como un clásico por los efectos de rollos de película que tiene y con los cautelosos acordes de guitarra que se unen al track, ésta termina de formarse.
Anthems for Doomed Youth no se hunde pero tampoco sube al cielo, sino que se asienta en una escala de grises. Después de escuchar el álbum un par de veces vuelves a reconocer la identidad de The Libertines y puedes encontrar de nuevo aquello que significó tanto y nos unió hace una década con ellos.