Texto: Luis Garau Villalonga | @GarauLuis | Corresponsal Joyride Europa
Todos conocemos ese sentimiento que nos inunda el pecho cuando tratamos de razonar con las empresas de telefonía móvil o Internet. Ese odio que nos carcome por dentro mientras tratamos de resignarnos y esperar a que por intervención divina dejen de tomaros el pelo y hagan su trabajo. Operaciones tan simples como que te hagan llegar Internet a tu nueva casa cuando te mudas o que te instalen un router que opere sin necesidad de esperar semanas parecen verdaderas odiseas para estas empresas.
En esa situación me hallaba yo hace unas cuantas semanas y, desesperado por la dependencia que nos ha generado la conexión a Internet, huía casi a diario a la biblioteca más cercana para aprovecharme del WiFi público que generosamente me ofrecían en ella. Esto no calmaba el odio que estaba acumulando en el pecho porque normalmente navegar por Internet solo contribuye a cabrear más a las personas; algunos únicamente encuentran malas noticias allá donde leen, otros como yo, solo encuentran estupidez.
Un programa del Channel 4 británico aprovechó hace unos meses la muerte de John Lennon allá por 1980 para sacar a la luz un vídeo que se grabó en 1964, más o menos. En él, el músico británico más influyente de la historia aparecía sobre el escenario, en la primera aparición de los Beatles en América, haciendo aspavientos e imitando a un discapacitado mental. En el programa, básicamente, se jactaban de haber descubierto el lado oscuro de Lennon. ¡El lado oscuro! Jesús, todos sabemos que de joven fue un idiota, gracias, pero no precisamente por esa burda imitación. Puede que John Lennon fuese en su juventud un matón, un misógino empedernido e incluso un activista por la paz, pero de actor porno no tenía nada.
Desconozco las intenciones de la cadena al publicar eso 35 años después de la muerte del susodicho; tal vez uno de sus becarios descubrió el vídeo y pensó que era del mes pasado, no lo sé. Lo que sí sé es que este tipo de noticias corren como la pólvora por las redes sociales y suelen ser un punto de encuentro para idiotas, que se creen poseedores de una falsa superioridad moral con la que tratan de contrarrestar su vacío intelectual y estupidez. Y este caso no iba a ser una excepción, si bien el azote a figuras extensamente idolatradas es una de los mayores hobbies de esta desorganizada horda que pulula por Internet. El problema, porque al final estos no representan ninguna amenaza más allá de la pantalla del ordenador, es que hayamos llegado a un punto en el que un titular sensacionalista, sacado de contexto y, por supuesto, sin ningún esfuerzo de contextualización o contrastación de la información por nuestra parte, sea capaz de poner en jaque para mucha gente la obra artística de un individuo como el que protagoniza estas líneas.
Podría aprovechar para exponer las razones por las que esos actos pueden justificarse ya que, en mayor o menor medida, así es. Sin embargo, como al final el único perjudicado será aquel que se deje engañar por su necesidad de pertenencia al grupo, creando en su mente la idea de que, si el artista hizo algo que va contra la absurda hipermoral que impera en estos días, gustar de su obra le convierte en una persona inmoral y repudiable, voy a pasar. Por supuesto, yo soy partidario del sentido comúnmente llamado común, que me empuja a gustar de lo que me gusta sin prestar atención a su procedencia. Como prueba irrefutable de ello, admito que me gusta la canción When I Die del malogrado GG Allin. No obstante, es divertido leer a ese tipo de internautas y les animo a que sigan por esa misma senda ya que, sin ellos, esta y muchas otras publicaciones carecerían de un móvil, y mis esputos no tendrían esta densidad.