Siempre hay algo que nos espera después de cada relación terminada o de un proyecto fallido. ¿Qué es ese algo? No lo sabemos, pero es mejor enfrentar el presente y no dar vuelta atrás. El nuevo disco de Tame Impala llega para recordarnos que la vida está en constante movimiento y que por eso mismo, los humanos deben seguir adelante a pesar de las adversidades.
La remembranza del pasado, la percepción del presente y la incertidumbre del futuro son temas que se repiten constantemente en Currents, el más reciente material del multi-aclamado proyecto de Kevin Parker. Ingeniosamente, la síntesis de los temas anteriores se realiza por medio de la historia de desamor de un personaje que a lo largo del álbum va viviendo el duelo de perder a su persona amada.
Let It Happen, una canción que recuerda la máxima de Heráclito “Todo fluye, nada permanece”, es la encargada de iniciar un viaje por estructuras musicales construidas mediante beats modulados, sintetizadores ochenteros y letras sumamente memorables que no guardan mucha semejanza con el estilo característico anterior del proyecto de Kevin Parker.
Aquellos que esperaban más guitarrazos con efecto flanger y ambientes espaciales, se verán desilusionados al escuchar rolas como Love/Paranoia o Reality in Motion en donde la presencia de guitarras es casi nula. Sin embargo, después de dos discos que mantenían un estilo muy similar, era conveniente arriesgarse a modificar la temática del proyecto para que no se volviera monótono y/o aburrido. Al final, el resultado es bastante grato para los oídos y se agradece que Parker haya tomado la decisión correcta.
En una entrevista para NME, Parker mencionó que la inspiración para hacer el disco le llegó un día en que tuvo una experiencia psicotrópica bastante placentera mientras al mismo tiempo escuchaba a los Bee Gees. Para verificar la influencia del evento antes mencionado, basta con escuchar canciones como Yes I’m Changing, Cause I’m a Man y The Moment que justamente muestran el deseo consciente de unir la esencia de las melodías de los años 70 y 80 junto con las técnicas de producción de la época contemporánea.
El álbum tiene momentos muy interesantes: la narrativa en Past Life junto con la voz octavada de Kevin habla de la genial creatividad del creador del disco y de la forma en que trata de hacer que la música realce lo que la letra está expresando. Otros elementos a destacar son los arreglos orquestales de Nangs y la pregunta que la va acompañando “But is there something more than that?”, ya que comparten una perfecta armonía y expresan el sentimiento introspectivo de Parker como ningún otro tema y sin necesidad de muchas palabras.
Por otra parte, hay otros cortes que se escuchan demasiado simples como para ser de una banda tan compleja como Impala. Disciples y Gossip son rolas que fácilmente pudieron haber sido descartadas del disco y nadie hubiera tenido queja alguna.
A lo largo de trece temas, Tame Impala (o el proyecto de Kevin Parker) demuestra que no piensa quedarse estancado en los problemas de su vida personal, ni tampoco en su forma de hacer música. Difícilmente cumplirá con las expectativas de todos los fanáticos de Innerspeaker (2010) y Lonerism (2012), pero sin duda, éste álbum hará que una gran cantidad de melómanos se vuelvan aficionados a la música psicodélica, bailable y reflexiva del joven australiano.