Por Alejandro Vargas | @Alex_Giovanni_V
El éxito obtenido hacía creer que todo iba encaminado a que
su siguiente producción fuera la culminación de una etapa o el inicio exitoso
de otra, pero lamentablemente, Born In The Echoes (2015), el octavo disco de estudio
de los ChemBros, se queda bastante corto para las expectativas que muchos
teníamos.
Tras escuchar los once temas que contiene BITE, queda un
sentimiento de vacío. ¿Qué es lo que Tom Rowlands y Ed Simons han hecho en esta
ocasión? Todo parece indicar que mutilaron
parte del sentimiento fiestero y futurista noventero de Exit Planet Dust (1995) junto
con la experimentación y las atmósferas espaciales de Further. Una combinación
que lejos de resultar agradable, resulta
incoherente.
Es bastante extraño pasar de escuchar un tema agresivo como
Born In The Echoes (Que por cierto no hace honor a su título por su falta de
efectos de eco y de reverb) a Radiate, un corte lleno de gloriosos
sintetizadores que parece de otra producción. Otras transiciones un poco menos
radicales se encuentran en Go y Under Neon Lights, EML Ritual y I’ll See You
There, además de Reflexion y Taste Of Honey; es decir, prácticamente todo el
disco está lleno de estas inconsistencias temáticas.
Los entusiastas de Galvanize, Hey Boy, Hey Girl, Leave Home y demás éxitos ultra reconocidos de los ingleses, no encontrarán una canción que sea igual de memorable en esta producción. El track más comercial del álbum es el sencillo Go y no tiene la fuerza de ningún otro de sus magno-sencillos previos.
Los entusiastas de Galvanize, Hey Boy, Hey Girl, Leave Home y demás éxitos ultra reconocidos de los ingleses, no encontrarán una canción que sea igual de memorable en esta producción. El track más comercial del álbum es el sencillo Go y no tiene la fuerza de ningún otro de sus magno-sencillos previos.
Under Neon Lights junto con Annie Clark (a.k.a. St. Vincent)
y Wide Open a lado de Beck eran dos de los temas que más prometían. Sin embargo, es lamentable que sólo uno de los
dos cortes sea destacado.
Por una parte, Under Neon Lights quizás esté acompañado de
la voz de St. Vincent, pero de ningún modo se siente la presencia de la artista:
la voz está lo suficientemente modulada para ni siquiera reconocerla, no hay esa
energía o delicadeza que se reconoce inmediatamente en cualquier disco de Clark
y además la letra se estanca en los clichés
de las canciones que hablan de los clubs de baile; hecho que es sumamente extraño
escucharlo de parte de una persona que siempre se ha distinguido por su originalidad.
Del otro lado, Wide Open es una canción que al igual que
Radiate, no tiene nada que ver con el resto del álbum; y sin embargo, suena
mejor que cualquier otra de las canciones que contiene. Beck nos ha demostrado
que sabe cantar canciones pop de corazones rotos como ningún otro, y esta
canción no es la excepción. Los sonidos
con sabor a la década de los ochentas y los guiños discretos que se le hacen al
shoegaze durante la parte final, la hacen una canción verdaderamente destacada.
En pocas palabras, Born In The Echoes es un álbum que no
tiene una propuesta sólida, que no trata de comunicar un sentimiento unificado
y que no intenta mantener una coherencia entre canción y canción. A pesar de lo anterior, hay dos o tres canciones que no están nada mal y que ameritan un aplauso
mediano para dos de los individuos más influyentes dentro de la historia de la
electrónica británica.