Reseña: Irving Cabello
Fotos: Franco Pane
James Blake es considerado uno de los cantautores más importantes, propositivos y virtuosos en la industria musical desde hace 3 años. Por eso la gran expectativa que se crearon los seguidores de este músico inglés con su producción del 2013, Overgrown.Acompañado de dos grandes músicos (Ben Assiter en las percusiones y Rob McAndrews en la guitarra, en el moog, y en la caja de ritmos), James Blake se presentó en el Plaza Condesa el pasado 25 de noviembre. Dejó la taquilla sin boletos, no tanto por el reconocimiento otorgado por mejor álbum de 2013 en el Reino Unido (Mercury Prize), sino por su gran capacidad para reinterpretar en vivo los sonidos creados en estudio.
El músico británico construye ambientes tan densos, oscuros, cadenciosos, sutiles y elegantes, que envuelven y atrapan al espectador, y lo hacen bailar en un trance hipnótico. James Blake fascina sin necesidad de recurrir a proyecciones de ningún tipo detrás del escenario. Para el espectador, lo importante en un show suyo, es la recepción de sus sonidos, los cuales se mezclan en varios géneros creando un estilo muy propio e inconfundible.
La ejecución de estos músicos en el escenario demuestra una dedicación y un placer por lo que hacen. Basan su interacción con el público en la transmisión de sensaciones y emociones, quienes atentos escucharon temas como Life round here, Air & lack there of (tema con el que había estado abriendo sus pasadas presentaciones, como en Coachella 2013), CMYK, Digital lion, A case of you, Limit to your love, Klavierwerke (canción que viene en un EP del artista, en donde va uniendo sonidos en loop. Con este tema deja claro que no presenta sus “éxitos” en un concierto, él toca lo que siente necesario y agradecemos cuando un músico es coherente).
Blake regresó al escenario después de haberse despedido con The wilhelm scream, retomó su asiento frente a sus teclados para sumergirnos en un bosque frío lleno de neblina azul y los coros de Measurements retumbaron en el foro como plegaria en capilla.
Al abandonar el recinto, muchos coincidimos en que la experiencia de haber presenciado este concierto fue muy enriquecedora, no se limitó a ser solo un buen show más, fue energía que reciclamos cada persona ahí presente. Inspirador.