El hecho de ir a un concierto no precisamente tiene que ser sinónimo de jolgorio, fiesta y baile. Parece ser que se ha olvidado la contemplación de la música misma; el entendimiento de los interiores del artista se ha suplido por el goce personal a través de las charlas, risas y vasos surtidos por buenos grados de alcohol.
La noche de ayer nos recibió como debía ser: melancolía a tope por los chorros de agua que caían del cielo. Después de sacudirnos y maldecir al tránsito citadino, no dudo que muchos caímos en cuenta de que aquello era una coincidencia tremenda. Aflicción en el exterior para recibir más en el interior.
Sharon Van Etten, vestida de negro como los músicos que la acompañaban, se paró en el escenario de El Plaza Condesa en punto de las 10 de la noche. Con una breve sonrisa hacia el público, tomó su guitarra acústica y tocó las primeras notas de Afraid of Nothing, primer regalo de la noche.
Como si por arte de magia el título de la canción cobrara vida, Sharon se quitó el silencio y pronunció sus primeras palabras en spanglish hacia el público que ahí estaba.
Alternando entre acústica, eléctrica y un pequeño sintetizador, le siguió un surtido de sus cuatro producciones discográficas. A pesar de la entrada media al foro, se percibía un ambiente acorde al estilo pedregozo y a veces triste de la música de Van Etten. Todos en silencio disfrutando de la ejecución y al final el caluroso reconocimiento con aplausos y gritos de más de un enamorado.
Continuaron Taking Chances, Break Me y Tarifa –de su más reciente disco Are We There (2014)– así como un viaje al pasado con Save Yourself y Magic Chords. Cada pieza separada por jocosas intervenciones de una coqueta Sharon que se mostró agradecida en todo momento y tratando de dar su mejor esfuerzo con un idioma que le es más que ajeno.
El primer momento de intimidad de la noche llegó con la salida de la banda del escenario. "My band just quit", dijo Sharon provocando la risa de los presentes. Presentó la canción diciendo que aún no tiene título ya que es nueva y que se la dedica a un buen amigo que le llamó hace poco. Su Fender Jaguar sin efectos y su encantadora voz se encargaron de llenar cualquier espacio que quedara libre en El Plaza.
Le siguió Your Love is Killing Me –ya con la banda en el escenario–, una de las canciones mejor interpretadas de la noche y que refleja de manera perfecta el pasado de Sharon que motivó a la creación del Are We There. Un momento que nos recordó lo que hacíamos ahí todos: recordar al desamor y celebrar, porque sí se puede celebrar, el crecimiento que este provoca en nosotros.
El regreso de la banda fue alentado por bastantes aplausos que forzaron a los cinco músicos, incluida Sharon, a regresar al escenario. La noche y de paso la semana laboral, terminó con Love More y Serpents, joyitas del Epic (2010) y Tramp (2012), respectivamente.
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