Fotos: Oscar Villanueva
Si cualquiera de las personas que ayer asistieron al concierto de Albert Hammond Jr. reflexionara acerca de lo ocurrido, podrá reconocer sin mucho esfuerzo que:
1.- El público se dividía en fanáticos de The Strokes, conocedores de la obra solista de Albert Hammond Jr. (acompañado de su banda ) y por último, los que no conocían ni al famoso guitarrista ni a su aún más famosa agrupación. Había un sector del público que acudió para ver a Comisario Pantera, la banda mexicana elegida para abrir el concierto.
2.- Y justamente lo anterior determinó que el concierto no tuviera un desarrollo del todo emocionante.
Comisario Pantera, banda que se presenta de manera frecuentísima en bares y festivales de la Ciudad de México, abrió el concierto con una extraña pero atractiva conjunción de alientos y guitarras rocanroleras. En Automático, Glamouroso Rock y Cada Vez Que Mientes fueron algunas de las canciones más coreadas de la noche, a pesar del esfuerzo de la agrupación, no pudieron conectar más que con las pocas personas que compraron su boleto únicamente para ver el acto telonero.
Comisario Pantera, banda que se presenta de manera frecuentísima en bares y festivales de la Ciudad de México, abrió el concierto con una extraña pero atractiva conjunción de alientos y guitarras rocanroleras. En Automático, Glamouroso Rock y Cada Vez Que Mientes fueron algunas de las canciones más coreadas de la noche, a pesar del esfuerzo de la agrupación, no pudieron conectar más que con las pocas personas que compraron su boleto únicamente para ver el acto telonero.
Después de la muestra de rock nacional, la grandiosa canción insignia de Kraftwerk, Autobahn, precedió al inicio del acto protagonista de la noche: Albert Hammond Jr. El músico salió al escenario desbordando muestras de entusiasmo y felicidad, mismas que los asistentes contestaron con una gigantesca proliferación de celulares; probablemente una de las más grandes que he visto en mi vida. Los punteos rápidos de guitarra perdían su sentido original en un conjunto de perspectivas que observaban tranquilamente una pantalla de celular; sin poner atención en los sonidos emanantes de una instrumentación minuciosamente controlada.
En la sección de la valla de contención, se encontraba un grupo de jóvenes que festejaban a gritos cada una de las acciones del guitarrista y su banda, desde los primeros acordes de las canciones, hasta las variadas y complejas líneas de batería durante los casi virtuosos solos de guitarra. Lejos de ese sector, pocos coros eran reproducidos, contadas manos eran levantadas y múltiples bostezos eran emitidos.
Pero a Albert le bastó la respuesta de ese pequeño grupo para entregarse completamente a su audiencia. En todas las canciones se le veía interactuar con el público y con sus propios compañeros, situación que cada vez es menos frecuente en muchos músicos contemporáneos; sobre todo si estos ya han alcanzado el éxito mundial.
El guitarrista de The Strokes cuenta con la voz y la presencia que todo frontman debe tener por ley. No obstante, debido a su reconocido pasado, es un poco complicado no imaginarse las canciones con la voz de Julian Casablancas y con la instrumentación de Nick Valensi y compañía; sobretodo porque la mayoría de la música de Hammond Jr. tiene el potencial de convertirse en material de la banda neoyorquina.
A fin de cuentas el concierto cumplió a medias, no por Albert Hammond Jr., sino por el público que en su mayoría, no compartió su nivel. Aunque, dejando a un lado a su audiencia, el audio, la acústica y la entrega de Albert y compañía fueron impecables en todos sus aspectos.