Por Uziel Palomino | @uzielpalomino
Con una trilogía
conformada por un álbum homónimo, una segunda entrega llamada Cripta y Vida y
su más reciente lanzamiento discográfico, Emanuel, Pedro Subercaseaux regresó
a la capital mexicana para promocionar en una pequeña gira su última
producción. Platicamos con él y nos reveló una faceta más íntima del compositor chileno
en un acercamiento a la mística y espiritualidad de la persona detrás del
ilusionismo de Pedropiedra, un personaje que rompe ciclos, que no se repite, y
que llegó a la siguiente entrevista con un delicado olor a incienso saliente de
su actual trabajo de estudio.
La gira en México, ¿cómo
te ha ido?
En esta última promoción me he adentrado en otras ciudades además del DF, he conocido otro universo de este país y me he sentido muy bien con el resultado de cada fecha. Toqué en el zócalo frente a cientos de personas en esta última ocasión, aunque siento que me desempeño mejor en lugares más cerrados que en grandes escenarios, es difícil dominar una gran cantidad de gente y un espectáculo imponente. Además, me siento muy seguro siempre que vengo a México, no me siento como un extranjero.
¿Qué proyectos musicales
gustas de la escena mexicana?
Admiro mucho a Natalia Lafourcade y a David Aguilar, especialmente su canción La de la Libélula, la cual inspiró prácticamente la mitad del nuevo disco. Sé que en México existen grandes propuestas, lamentablemente no soy un gran escarbador de música nueva o de novedades, tomo lo que me muestran. El ansía melómana la perdí quizás junto con la adolescencia.
¿Qué diferencias existen
en la industria chilena en comparación con México?
Creo que no existe formalmente una industria en Chile; hay un par de disqueras, aparecen esfuerzos aislados y la gente realiza acciones individuales que no se reflejan en toda la escena. Últimamente se aprobó en el senado chileno una ley que permite la transmisión de música nacional en al menos 20% de la programación de las radiodifusoras, lo sorprendente es que mucha gente se oponía a la reforma y se sentía una hostilidad hacia el músico chileno por falsas creencias de un interés monetario por parte de los artistas. No sé qué puede definir la escena, quizás el hecho de hacer las cosas por amor al arte, no hay promesas de ganar algo, creo que en México es un poco más fácil conseguir oportunidades de crecimiento musicales.
Hablando de tu más reciente
álbum, ¿quién es Emanuel?
Es lo bueno que hay en cada uno de nosotros. Está asociado a la imagen de la carátula, es una especie de hechicero, aunque la mayoría de las veces no sé por dónde iniciar a explicar lo que concebí. En este álbum deseaba salir de mí mismo, salir del estilo musical de mis dos lanzamientos anteriores y dejar de hablar en primera persona para crear algo más relacionado a la imaginería, tal vez buscaba crear algo solemne.
Has mencionado en algunas
ocasiones que este último disco dejó de ser menos real en cuestión lírica, es
decir, menos apegado a tu día a día, ¿por qué tanto misticismo en este álbum?
Creo que todo está en la elección de las melodías, por ejemplo, en cuatro compases podría haber dicho muchas cosas como en los pasados discos, pero en este decidí alargar la forma en la que canto y en un espacio mayor, añadir pocas letras. Canciones como Vacaciones En El Mas Allá e Inteligencia Dormida tienen mucha información, este álbum por el contrario, está pensado más musicalmente para hacer las canciones más simples en ese sentido. Quería desenredarme un poco, los discos anteriores son más estructurados narrativamente y sonoramente más sencillos.
¿Cómo nutren las
colaboraciones a Emanuel?
Definitivamente la colaboración más influyente fue la de Álvaro Díaz, se convirtió en una especie de coproductor para el álbum; elegíamos las canciones, pensábamos en lados A y B, y formamos la conceptualización de Emanuel. Hemos trabajado juntos por mucho tiempo, de hecho compusimos Lima desde que salió el álbum debut pero apenas pudimos integrarla al último trabajo. Con Gepe he trabajado los últimos 6 años, compartimos fechas en vivo y hemos cantado juntos en distintas ocasiones, creo que fue lo más natural el invitarlo a participar, al igual que con Jorge Gonzales de Los Prisioneros. No suelo pensar una colaboración que me gustaría realizar, no soy de esas personas que llaman a alguien y pide un tema, no creo que esté mal hacerlo, pero personalmente no me nace, prefiero esperar su llegada natural.
‘Música cebolla’ era el
término chileno que se le daba a aquella que se escuchaba mientras las madres
preparaban la comida, ¿en qué momentos se puede escuchar a Pedropiedra?
En mis shows he visto gente de todo tipo: padres, hijos, mucha gente joven e incluso niños, lo cual es grandioso porque hay que estar preparando conciertos para todas las edades constantemente. Creo que es un pop para todos los oídos, gente que gusta del rock, de las guitarras, de los sintetizadores o de algunas baladas, definitivamente ha llegado a las personas menos inesperadas.
Granos
de Arena es una de las mejores canciones de Emanuel; aparecen elementos de
dreampop y hasta una atmosfera de funk más bailable, ¿podríamos escuchar algo
con esta orientación musical en un futuro gran paso para Pedropiedra?
Esa canción es un paso adelante en todo sentido: letra, música, la composición y experimentar con más cosas de ese tipo, fue un tema que sorprendió a todos, incluso a mí. Al ser una canción difícil para tocar en vivo por el uso de las secuencias, decidimos dejarla fuera de la gira en México, pero me gustaría seguir explorando por ese género, creo que hay terrenos que recorrer aún. Luna Luna por otro lado, retoma la esencia del primer álbum el cual es muy emocional, pero igualmente, mantiene la experimentación que se percibe en todo Emanuel. No estoy seguro de cómo sonará lo que venga, pero puedo asegurar que trataré de no repetirme, esa es la premisa.
¿Cómo fue la experiencia de reinterpretar Signos en el tributo a Gustavo Cerati?
Cuando me invitaron al homenaje me hicieron
la propuesta de elegir una canción libremente, afortunadamente Signos aún
estaba disponible, si hubiera estado ocupada, seguramente no habría grabado. Recuerdo
que escuchaba el casete donde venía la canción hace años, y aunque dejé de ser
fan de Soda, me quedé con esa canción. Lo más importante de este tema es que se
hizo con gusto, y si esto puede ayudar al tramado cósmico de Gustavo y que tire
buena vibra, pues que mejor, es para los fanáticos.
¿Qué recomiendas de la
música chilena actualmente?
Constantemente han estado saliendo cosas y proyectos, podría recomendar música desde la primera oleada que llegó a México, músicos como Gepe, Javiera Mena, Alex Anwandter, luego llegaron los Ases Falses, Astro, Dënver, los Prehistóricos, etc. Hay mucho que escuchar en Chile.
¿Qué has estado escuchando
estos días?
Sólo música en español. No tengo una ley que me impida escuchar música en otro idioma, pero actualmente estoy interesado en comprender más acerca de la canción en español, tanto por gusto como por mi trabajo, nunca he considerado cantar en otro idioma, no por ahora. Estoy tratando de adentrarme en el lenguaje de la canción popular en español, quiero llegar a un término medio en mi carrera, comprendido entre mi aporte personal y la tradición de este lenguaje musical.