Por: Israel Bautista
Se tardaron cuatro años en sacar el esperadísimo disco; no las olvidamos. Decidieron hacer homónimo este segundo álbum, Warpaint. De la mano del productor Flood, quien produjo el disco más exitoso de Depeche Mode, Violator, lograron hacer esa exquisita amalgama obscura que las Warpaint querían proyectar. Desde el arte de la cubierta se nota un gran trabajo (obra del mítico Chris Cunningham). Se engloba algo en esta portada: la unión del cuarteto armonizando de una manera lóbrega sin perder la belleza que cada elemento posee. Efectivamente, hay obscuridad en cada track. Intro es una gran apertura: con una disculpa por una mala entrada y con casi dos minutos de lo que aparenta ser un ensayo, muestran que todo parece realizarse en un jam. Cuando llega Keep It Healthy, se nota Fool en esencia, pero… hay algo más: sofisticación.
El disco tiene momentos muy densos que se concentran la última parte del disco: CC, Drive y Son; hace falta algo para que exploten. No obstante, Love Is To Die es la excepción: cuando todo parece ser guidado de la tranquilidad de Theresa Wayman, Jenny con un coro distorsionado, Stella explotando la batería, y Emily con bellas notas en una guitarra con chorus, es como crean una de las mejores canciones en toda su carrera. Además se atreven a experimentar sin caer en lo absurdo.
Hi es prueba de ello. Con una base de beats hiphoperos, modifican todo aquello que han hecho. Otra canción que es menester mencionar es Disco/Very: un track muy macabro; esas voces angelicales a las que nos tienen acostumbrados se hacen sosas, de hecho, hay un momento en que gritan y –en verdad- suena impresionante, armoniza con los golpes bailables de Stella y el bajo minimalista.
Warpaint lo vuelve a hacer. Encontraron las formas correctas de plasmar lo que son, me atrevo a decir, mejor que en su álbum debut. Desde la cubierta hasta la última nota grabada en el disco hay cuidado y elegancia. ¿Tenemos uno de los mejores discos del año? Tal parece.
