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    lunes, 23 de febrero de 2015

    José González, una caricia suave en Barcelona




    Texto: Marc Ruiz Enciso @KahunaBauman | Corresponsal Joyride Europa
    Imagen: Wilma Lorenzo  

    No esperaba ver tanta gente encima ni delante del escenario. Me sorprende que José González sea capaz de colgar el letrero de sold out en el Auditorio de Barcelona desde hace semanas, igual que lo ha hecho en las otras tres ciudades españolas que marcan el inicio de su gira mundial. Hasta él parecía asombrado al encontrar 2200 personas esperándole –“Son muchos aunque estén callados”, bromeaba, siempre a caballo entre el español y el inglés–, y a éstas quizás les desconcertó un poco ver al cantautor sueco acompañado por otra guitarra, un teclado, batería y bongos. ¿José González huyendo del formato acústico? Nada más lejos de la realidad.

    Durante casi dos horas, González y sus colegas acariciaron suave, muy suavemente la gran masa negra y amorfa del público, dándonos un cachete en el culo de vez en cuando para espolearnos (con Killing for Love, por ejemplo). El folkie sueco, con el dibujo pueril de unas montañas de fondo, regaló un derroche de sensibilidad y virtuosismo a las cuerdas que hipnotizó unos oyentes sedientos de su sosiego. Aunque humilde y discreto, él y sólo él era el protagonista de la noche: la banda no tuvo cara nunca, a excepción del momento en que interpretaron un tema compuesto por el teclista. La percusión y el teclado estaban allí para hablar aún más bajo que su propio susurro, como no podía ser de otra manera. Tenían que ser igual o más delicados que la guitarra y voz principales.


     


    Paradójicamente, la otra sorpresa que nos tenía preparada vino a escena a la media hora de concierto. El Auditorio se fundió a negro y, tras breves segundos, un único foco amarillo reveló que José se había quedado sólo en la tarima. 


    No nos iríamos de allí sin disfrutar de su versión intimista que nos encandiló al conocerlo, en Veneer (2003) y Our Nature (2007). Eran minutos para recordar las notas preciosas que nos dedicaba al inicio de todo esto, y por lo tanto no faltaron algunas de sus mejores sutilezas como Hints o Heartbeats, la soberbia versión de la canción de The Knife. Tras 3 o 4 temas, la banda regresó, igual que lo harían más tarde hasta dos veces más junto al cantautor, respondiendo al implacable aclamo del respetable, que no se conformó con un solo bis.

    Tras más de 7 años sin poner firma a un álbum, José González volvió a Barcelona para seguir descubriéndose como el magma de las frías antípodas, el corazón ardiente que late desde la más profunda intimidad nórdica. Un caramelo que compartió con todos nosotros y que va a ir compartiendo por Europa y Estados Unidos hasta finales de verano. Su habilidad melódica, su tierna imagen y su fineza lírica están sacando una sonrisa y media lágrima a todo amante del folk, o a casi todo, que no es lo mismo pero es igual, como dijo uno de sus primeros y mayores referentes, Silvio Rodríguez.

    Vestiges & Claws, un reposado diálogo con el tiempo

    No se exprimió al máximo el nuevo álbum, hecho que se agradece, supongo, ya que hemos tenido muy poco tiempo para saborearlo. Sonaron, entre otras, la hermosa With the Ink of a Ghost (primera del disco), Leaf Off / The Cave, Every Age y la sugerente What Will. Como se intuye por estos y otros títulos, Vestiges & Claws (2015) puede interpretarse como un álbum más conceptual en lo lírico, con una mirada tranquila y satisfecha del autor sobre el inevitable paso del tiempo, cuestión vertebral del nuevo trabajo. Fiel a su estilo, se sigue reconociendo al mismo José González introspectivo y de matices, aunque esta sea una propuesta un poco más rítmica, con más presencia de la percusión, con algún toque épico incluso.


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    Item Reviewed: José González, una caricia suave en Barcelona Rating: 5 Reviewed By: Redacción Joyride Magazine
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