Por: José Bautista | @eljosebautista
Después de reproducir en loop infinito el nuevo álbum de Radiohead, A Moon Shaped Pool, desde el domingo, escuchar una y otra vez las once canciones, es momento de hablar con más claridad y objetivad del noveno álbum de la banda liderada por Thom Yorke. En esta nueva entrega se percibe a un quinteto más arrogante –y nadie se los puede discutir–, que sabe estrategias de mercado para crear hype y acercarnos a su nueva producción de manera sutil, pero al mismo tiempo agresiva; que sabe que es parte del sistema y no se puede desprender de él pero puede criticarlo; que está completamente seguro del éxito de cada uno de los tracks que no les importa el orden estratégico en que debería ir cada canción: todas son excelentes.
Hay apenas cuatro canciones inéditas dentro de A Moon Shaped Pool: Daydreaming, Decks Dark, Glass Eyes y Tinker Tailer Soldier Sailor Rich Man Poor Man Beggar Thief. Esto hace que la sorpresa se reduzca un poco. Sin embargo, esto lo viene haciendo Radiohead desde siempre, con la diferencia de que ahora, gracias al esparcimiento de información, el factor sorpresa, es mínimo.
En lo que se tiene que poner atención es en la producción de A Moon Shaped Pool que corrió a cargo de Nigel Godrich, como ya es costumbre. A diferencia de The King of Limbs y las muchas capas de sonidos electrónicos, este álbum es mucho más orgánico, pareciera que se le dio más protagonismo a Jonny Greenwood por su experiencia con la composición orquestal de sus proyectos paralelos.
Burn The Witch abre el álbum y nos da la primicia de lo que será A Moon Shaped Pool con brillantes ajustes sinfónicos. Los sintetizadores no pueden alejarse al igual que las percusiones electrónicas y funcionan como base del track. Es una canción macabra, profunda y satírica, Radiohead en sí.
El segundo track es Daydreaming, la balada más llegadora del álbum protagonizada por un sombrío piano y embellecida por arreglos de cuerdas. Las nuevas canciones, Decks Dark y Desert Island Disk, tienen un sonido fantasmal, onírico y oscuro: la resonancia de la guitarra acústica y la lírica que caracteriza a Yorke, persiste.
Ful Stop la conocimos más saturada y electrónica hace cuatro años. En el álbum se aleja de la anarquía sonora y aun así es la más descontrolada de A Moon Shaped Pool. Glass Eyes funciona a la perfección para darle pausa a un álbum que lo tiene todo. En Identikit, Present Tense y The Numbers hay bastante producción en comparación de las versiones en vivo que conocimos; por momentos parece que caen en múltiples direcciones de armonías pero retoman el punto de partida, o sus rutas son muy cortas, y explotan la canción al máximo en el momento preciso.
Con Tinker Tailor Soldier Sailor Rich Man Poor Man Beggar Man Thief, otra de las nuevas composiciones, tenemos un arcoíris de sonidos en grises. Una versión completamente diferente a la que conocimos de True Love Waits finaliza una obra maestra aclarándonos su perspectiva apócrifa del amor.
A Moon Shaped Pool funciona mejor a comparación de su anterior álbum porque este se concibió de manera orgánica; no hay tanto software que le quite el protagonismo a Phil, Colin, y Ed. Los de Oxfordshire nos entregan otro álbum que seguramente se hará clásico. Las canciones, a pesar de su profundidad en lírica y armonía, son más digeribles que los tracks más tristes de Amnesiac o Kid A. Además, hay un balance perfecto entre la máquina y el instrumento orgánico.
Radiohead dejó de ser música pop hace varios discos. Han vivido en la mayoría de los escenarios posibles y han aprendido de su estadía. Al quinteto no le interesa la fama o llenar estadios, muestra de ello son los venues que han elegido para promocionar este álbum. A Radiohead le interesa exponer su arte bizarro, dramático y frenético a todo aquel que esté dispuesto a resistirlo.
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