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    martes, 1 de septiembre de 2015

    ¿Se ha convertido en un nuevo lujo ir a conciertos?


    Para mí, uno de los grandes placeres de la vida siempre ha sido el ir a un concierto.  La experiencia que genera el poder ver a una banda sobre un escenario creándonos emociones  a través de su música, es algo que no se puede explicar. Podría compararlo con el sexo, es irreal, perverso, sudoroso y divertido, algo que las palabras no describen, pero que siempre te deja con una enorme satisfacción en el alma.

    Pero cuando la música se convierte en parte de nuestras vidas, y todo comienza a girar en torno a ella, llega un momento en el que la que más sufre es nuestra cartera. Poco a poco, ir a un concierto se ha convertido en un nuevo lujo. Y sí, cuando uno aprecia algo, no le importa gastar en ello, al final la recompensa es mejor. Aunque esto se va complicando un poco cuando nos damos cuenta de que cada semana se anuncia un nuevo concierto, o cuando ya se aproxima la nueva edición de un festival,  es ahí cuando comienza lentamente a sufrir nuestra quincena.


    El primer sudor en la frente viene con la venta de boletos, actualmente con las famosas preventas, sí, aseguras tu entrada, pero esto siempre lleva un cargo extra al precio final de tu entrada. Las cuales cada vez van subiendo poco a poco de precio. Actualmente las entradas para un concierto aproximadamente van de los $400 a los $1500, y si es para un festival, ya quedaron muy lejos los tiempos donde con $600 gozabas de todo un día de música, ahora si no cuentas con mínimo $1000, tendrás que esperar a que tus amigos te platiquen cómo estuvo.

    Supongamos que logramos juntar el dinero, pero siempre es mejor ir en compañía a un concierto, entonces decides invitar a tu novi@, ex novi@ (no es recomendado), o aquél/aquella que te trae suspirando todo el día. De principio el golpe a la cartera ya se vio un poco certero. Pero aún falta el gasto máximo.

    Ha llegado la fecha esperada, te quedas de ver con tu acompañante y buscan un lugar cerca para tomar un pre-copeo tranquilo, no es que se obligatorio, pero unas cervezas con buena compañía antes de un concierto saben mejor. Se toman unas dos o tres, aproximadamente unos $150. Llegan al concierto, todo parece estar bien, se toman otras cervezas dentro del recinto para calentar voz. Triste realidad, adentro de un concierto los precios se elevan exponencialmente a comparación de la tienda que está en la esquina de tu casa o del OXXO. Una cerveza doble $80 - $100, una de licor si quieres verte refinado ronda entre los $150 y $300. ¿Le dio hambre a tu acompañante?, nachos, palomitas y botana diversa $60 - $80.

    Pasa el concierto, gritas, bailas, sudas, grabas con tu celular, lloras, abrazas o besas a tu acompañante.  Hasta ahí todo perfecto. Sales y la marea de vendedores de mercancia no-oficial te ataca. Claro, si no es que ya compraste tu playera oficial de $300, tu disco o litografía. Playera $100, llavero del recuerdo $20, vaso tequilero y taza para el café que jamás usarás $30. Ves tu reloj y ni siendo Usain Bolt llegan corriendo al Metro porque ya lo cerraron. Preguntas a los taxis (Caciques) que están afuera de los conciertos y de $400 para arriba es su tarifa. La modernidad es tu aliada y pides un Uber. $250 te costará llevar a tu acompañante a su destino.

    Claro, si vas con un acompañante que divida gastos, sería lo mismo que si fueras sólo, y tu economía no resulta tan afectada,  pero si eres de los que se pone guapo para quedar bien y le dices con todo el dolor de tu corazón. "No, cómo crees, déjalo así". Tu quincena se acaba de ir en menos de cinco horas.

    Cuando disfrutas algo como un concierto, el dinero es lo de menos, en algún momento volverá, y la experiencia de lo vivido, ni el Alzheimer lo borrará. Pero repetir esto una vez al mes vaya que es complicado. Nada más veamos el calendario, Foals, The Maccabees, Corona Capital, Mon Laferte, Los Tres, Blur, etc.

    Aun así, el amar la música en vivo no tiene precio, aunque a veces en la vida hay otras prioridades (¿Las hay?). No nos queda de otra más que trabajar para cumplir nuestros placeres de la vida, y si lograste que te hiciera caso a quién invitaste, todo habrá sido perfecto, y si no, aún te quedará el recuerdo eterno de ver en vivo a tu banda favorita, que si a quién invitaste no valoró, no te merece.
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