Texto y fotos: Fernando Prieto Arderius @fprietoarderius | editor contenidos Joyride Europa
Tocaban de nuevo en la ciudad que les vio nacer hace siete años, pero ya no en bares pequeños y ante diez personas. Tras cerca de tres años de crecimiento y giras por México en los que han conseguido entre otras cosas, el Disco de Oro por su álbum debut homónimo con 30.000 copias vendidas, Jenny and The Mexicats presentaba en la sala Galileo Galilei ante 500 personas su primer trabajo en España, Frenético ritmo (2015, Mexicat Records & Esmerarte) recopilatorio de los sus dos primeros trabajos en México. Y sí, siguen sin contar con el apoyo de una gran discográfica.
Tocaban de nuevo en la ciudad que les vio nacer hace siete años, pero ya no en bares pequeños y ante diez personas. Tras cerca de tres años de crecimiento y giras por México en los que han conseguido entre otras cosas, el Disco de Oro por su álbum debut homónimo con 30.000 copias vendidas, Jenny and The Mexicats presentaba en la sala Galileo Galilei ante 500 personas su primer trabajo en España, Frenético ritmo (2015, Mexicat Records & Esmerarte) recopilatorio de los sus dos primeros trabajos en México. Y sí, siguen sin contar con el apoyo de una gran discográfica.
Tras más de media hora de retraso en el que la Galileo se va llenando del
todo, el grupo toma posición. La gente sentada en las mesas cual club de Las
Vegas, el público a pie de pista. Todos esperamos a oscuras en esta sala del
centro-norte de Madrid, decorada al estilo de un templo heleno y por la que han
pasado músicos españoles de la talla de Sabina, Antonio Vega, Los Secretos, Kiko Veneno, Ismael Serrano o Quique
González.
Pasadas las nueve y media de la noche comienza el show. Si
no conociera a la banda, uno podría pensar que se ha metido en un concierto de
batuca, pero nada más lejos de la realidad. O quizá en cierto modo esté acertado,
porque este grupo fusiona no solo nacionalidades ─México, Reino Unido y España─ sino también estilos. Tan pronto estás bailando cumbia o dando palmas de flamenco, como
meciéndote al compás del reggae o saltando a ritmos de ska, por
mencionar algunas de las muchas fuentes de las que beben.
Pero una cosa tienen en común, y es su amor por la música. Desde
el minuto cero contagian su conexión y su energía al público. Un público que a través temas del
estilo de Starting something, el hit Me voy a ir, On the Hill o No dejes de
quererme se va dejando llevar y se va olvidando de horarios, retrasos
y por qué no, de cualquier otra cosa.
Aunque hay tiempo para todo. Las
tranquilas I Will Go, Me and my man o
Head in my heart, de su segundo disco
Ome
(Mexicat Records, 2014) se intercalan con temas más animados como Labios, Frenético Ritmo, Duele al caminar o Llueve,
convirtiendo la sala Galileo
Galilei en un tablao flamenco ─precisamente en uno de ellos comenzó la historia de este grupo─ en el que el madrileño David y su cajan se
convierten en protagonistas.
Pero si Jenny quiere, se calla todo el mundo. La cantante y trompeta del grupo, descalza
durante todo el concierto, nos dejó –aparte de continuos bailes– uno de los
mejores momentos de la noche acompañada tan solo de una guitarra y su voz,
rasgando la oscuridad de la sala Galileo Galilei con las estrofas de la agridulce Back to basics.
Como en el disco que presentaban el sábado 16 de mayo en Madrid,
las canciones del directo de Jenny and the Mexicats fueron elegidas para bailar ─de hecho aparecieron con el bajo sustituyendo al contrabajo y un apoyo de percusión─ y
así, divirtiéndose, quisieron despedirse de Madrid.
La banda
independiente que rechazó un contrato con una discográfica inglesa, emigró para encontrar su propia suerte y acabó montando su propio
sello y publicando dos discos en México y uno en España, decía adiós con Even it out, la pegadiza The Song for the UV House Mouse y Verde más allá, clásico de su primer trabajo Jenny and The Mexicats (Mexicat Records, 2012). Pero uno no siempre dice adiós del todo, y menos en su casa.