Cinco años después del Modern Guilt, Beck, el multifacético músico californiano, vuelve con un disco enorme que hace que la espera haya valido la pena. Morning Phase es un disco brillante, “bonito” sería el adjetivo que, sin embargo, se queda corto. Es un disco en el que se apuesta por la pasividad, una serenidad que alegra los oídos y el corazón, y donde musicalmente, se distinguen dos corrientes: la del country y la de la experimentación sofisticada, y sin poder encasillarlo como un disco de cualquiera de los dos géneros.
El disco abre con Cycle, que más que una canción es la apertura perfecta; instrumental, que con apenas 45 segundos nos induce de manera acertada a lo que es el viaje que Beck propone con este, su doceavo álbum.
Después viene Morning, donde las guitarras y la armonía juegan el papel preponderante; una canción serena, con una sutil esencia country. Hearts Is a Drum sigue la misma línea y en ella es posible distinguir ciertos arreglos que no hacen más que embellecer el tema. Say Goodbye es una de las pocas canciones que rompe un poco el sentimiento de tranquilidad que invade el alma al escuchar el Morning Phase. No es que el disco dinamite en este tema, porque esa no es la intención del disco, sólo suena un tanto más fuerte aunque mantiene la esencia original del álbum.
Luego viene Blue Moon, uno de los tracks más destacados debido a los arreglos que consiguen dar mayor color a una melodía que pareciera hecha para aliviar el alma. Unforgiven tiene un inicio digno de orquesta, con la casi nula aparición de percusiones en el disco, fusionada con un sintetizador que recuerda el gusto de Beck por la experimentación. Por su parte, Wave cuenta con un inicio perturbador, anuncia que algo grande va a suceder, es el momento más intenso del disco, donde durante 3 minutos con 42 segundos nos sumergimos en una dulce y agradable angustia.
En Don't Let It Go y Blackbird Chain aparece el toque de guitarras acusticas que es posible apreciar desde la intro y que sobre la marcha, empalman de maravilla con los sonidos atmosféricos que son parte fundamental del disco. En Phase encontramos otro momento sublime que infunde una calma perturbadora. Es en Turn Away y Country Down donde se explota al máximo el lado country, pues incluso la armónica aparece en esta última. Waking light, un tema con un final digno de orquesta... da el cerrojazo a un brillante disco que, me atrevo a decir, será de lo mejor del año. Y eso que apenas estamos en febrero. Grande Beck.